El primer y más importante paso contra los prejuicios cotidianos es identificarlos y reconocer que todos los padece. Todo el mundo ha pronunciado juicios determinados de valor sobre ciertos grupos de personas, pero que no aplican a todos los miembros de ese grupo. Si lo reconoces y eres consciente de ello, mientras permanezca así, ya has dado el paso más importante.
El segundo paso: intenta asegurarte que tus propios prejuicios no determinen tu comportamiento. Los prejuicios no deben llevarte nunca a apartar a personas, a discriminarlas. Cuidado con difundir también tus propios prejuicios.
Y el tercer paso: ¡reacciona! Reacciona si a tu alrededor alguien lastima a otras personas u ofende a todo un grupo o si intenta encasillarlos de algún modo con un prejuicio. ¡Ve contra esto! Reacciona en tu propio círculo de amigos y conocidos, reacciona en las redes sociales.
¿Cómo lo puedes hacer? Puedes preguntar si no es posible bajar el tono. Puedes iniciar una discusión con esas personas o de alguna otra manera hacerte oír. Ante los prejuicios hirientes u ofensivos (sobre ti mismo u otros) puedes expresarte claramente que no consideras que eso correcto.