¿Cuándo supo que la familia Frank quería ocultarse?
«Debió de ser en la primavera de 1942. Otto Frank, mi jefe, me pidió que pasara por su despacho. Cuando entré, me dijo: "Siéntate. Tengo algo muy importante que decirte. Una especie de secreto en realidad. Hemos pensado en ocultarnos, aquí, en este edificio. ¿Estarías dispuesta a ayudarnos, a proveernos de víveres?" Yo le contesté que sí, naturalmente.»
¿Por qué le pareció tan «natural»?
«Me pareció natural porque estaba en condiciones de hacerlo. Ellos estaban impotentes, ya no sabían adónde ir. Siempre recalco que no somos héroes. Cumplimos con nuestro deber de seres humanos: ayudar a los necesitados. Muchos no lo hicieron, algunos por temor. Tener miedo es algo que no se puede reprochar a nadie. Y quienes lo confiesan abiertamente, como hizo una amiga mía por aquel entonces, incluso me parecen valientes.»